Por Sebastián Ainzúa Auerbach | Director Ejecutivo Fundación Nodo Social
La primera semana post plebiscito ha sido un desfile de candidaturas para la convención constitucional. Primero reaparecieron personajes políticos que ya habían quedado fuera de la primera línea y que están buscando una nueva oportunidad de figuración (es conocido el dicho que dice que “En política, nadie está suficientemente vivo ni muerto”) Y como sabemos también, muchos de estos actores y actrices están tan desacreditados que no requieren de mucho análisis.
El otro desfile ha sido de los independientes: Es decir está surgiendo un grupo de personas que, arropadas en el concepto de la independencia, se están promocionando para ser parte de la convención. El listado es largo y variopinto, pero el problema no está en los nombres, sino en los conceptos que están detrás de ellos y en las características que suponen representar, por qué ser independiente NO es garantía de que tal o cual persona pueda ser un buen representante del sentido común que tiene que expresarse en la convención: no olvidemos que la idea de la carta magna es construir una serie de principios básicos para el futuro, no una carta navideña donde cada uno pide lo que se le antoja.
Sabemos que los independientes tienen dificultades estructurales para entrar a la convención y consideramos que eso hay que corregirlo, pero ello no resuelve el problema de fondo: aquí lo que tenemos que disputar son contenidos, no solo diversidad.
La idea de que los independientes son mejores que los miembros de partidos es una idea profundamente neoliberal, porque pone sobre los hombros de esas personas responsabilidad política que, a nuestro juicio, deberían ser construidos de manera colectiva. El representante debería representar ideas –ser la voz de una comunidad, pero ahora estos candidatos y candidatas se representa a sí mismos y sus pergaminos.
Aunque nos cueste reconocerlo, esta lógica sobre los independientes es un concepto que diseñó Jaime Guzmán, quien tenía un profundo desprecio a los partidos políticos. Para él, había que eliminar a los partidos y dejar que los ciudadanos y ciudadanas se relacionaran de forma directa con el Estado. Esa es la base del Gremialismo.
Esto significa en la práctica que los animalistas, enfermos crónicos, comunidad LGBT, ambientalistas, por nombrar solo algunos grupos fueran a presionar directamente al gobierno con sus agendas… sin pasar por los partidos.
El descredito de los partidos fue provocado por ellos mismos, también. Primero, vino la falta de convicción, la pérdida de orientación política y la corrupción y luego, fueron los candidatos quienes comenzaron a sacar los logos de sus tiendas de las campañas. También los ciudadanos aportamos a ese fenómeno porque dejamos de votar por ideas y empezamos a apoyar personas.
Abogamos porque las alianzas de independientes hagan el esfuerzo de construir una base de ideas comunes sobre las cuales poder elegir, sino… corremos demasiado riesgo de que el convencional.